Expertos señalan la necesidad de rediseñar las herramientas tecnológicas para equilibrar su uso y proteger la salud mental de los jóvenes.

La tecnología, con su avance imparable, ha transformado radicalmente la vida cotidiana, especialmente entre los más jóvenes. En la actualidad, los teléfonos inteligentes y las redes sociales son protagonistas en la vida de niños y adolescentes, generando un cambio profundo en sus hábitos y comportamientos. Aunque la conectividad digital ofrece oportunidades de aprendizaje, creatividad y socialización, también plantea un desafío sin precedentes en términos de salud mental.
El aumento en el tiempo que los jóvenes pasan frente a una pantalla ha sido notorio. De acuerdo con el World Economic Forum, de 2014 a 2023, el tiempo en línea se duplicó para muchos niños, con un promedio de siete horas diarias conectados. Si bien las plataformas tecnológicas están diseñadas para maximizar la interacción mediante recompensas intermitentes y la reproducción automática de contenidos, estas mismas estrategias son las que contribuyen al incremento de la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño en los jóvenes. El diseño de estas aplicaciones está pensado para atrapar la atención, lo que genera un uso pasivo y prolongado, afectando el bienestar cognitivo.
Estudios recientes revelan una relación directa entre el tiempo en redes sociales y el aumento de problemas de salud mental. La Universidad de Oxford reporta una correlación entre el uso de redes sociales y el incremento de los trastornos de ansiedad y depresión. Al limitar su tiempo frente a la pantalla, los jóvenes no solo reportan niveles más bajos de ansiedad, sino que también experimentan mejoras en su calidad de sueño, lo que subraya el impacto directo de la tecnología en su bienestar físico y emocional.
A medida que las generaciones crecen inmersas en un entorno digital, los expertos coinciden en que no se trata de eliminar la tecnología, sino de rediseñarla. La clave radica en promover un uso equilibrado, donde las herramientas tecnológicas puedan ser aprovechadas para empoderar a los jóvenes en lugar de atraparlos.
Finlandia, por ejemplo, ha implementado un enfoque educativo donde la tecnología forma parte integral del desarrollo de habilidades críticas en los niños. Estos esfuerzos buscan preparar a las futuras generaciones para un entorno digital, con un enfoque consciente que prioriza su bienestar mental.
La tecnología tiene el potencial de transformar positivamente la vida de los jóvenes, pero debe estar diseñada con un enfoque centrado en su bienestar. El desafío actual no es solo tecnológico, sino también social y ético: encontrar el equilibrio adecuado para que la tecnología sea una aliada en el desarrollo cognitivo y emocional, y no una fuente de ansiedad constante.
Comments