La nueva frontera del nearshoring es tecnológica, y Costa Rica ya está ahí
- Malka Mekler
- hace 13 horas
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Con talento digital en crecimiento, uso creciente de IA y una estrategia de innovación local, Costa Rica se perfila como socio clave en la nueva economía del nearshoring inteligente.

Costa Rica ha sido durante décadas un destino fiable para la inversión extranjera directa. Pero en la nueva ola de nearshoring, marcada por la automatización, la IA y la demanda de soluciones a medida, el país tiene una oportunidad distinta: consolidarse como un socio tecnológico estratégico, no solo por su ubicación o su talento bilingüe, sino por su capacidad de respuesta local frente a los desafíos globales de la industria.
Con 73 nuevos proyectos de inversión extranjera directa en 2024 y un crecimiento del 18,2% en el talento digital durante 2023, el país muestra señales concretas de transformación. Pero en el nuevo escenario competitivo, la promesa no está en el volumen de servicios, sino en su sofisticación. Según Guillermo Salas Dalsaso, experto en innovación tecnológica, el verdadero valor no está solo en contar con IA, sino en saber entrenarla y adaptarla al entorno local, explicó que “un brazo robótico puede fallar. Lo que se necesita es alguien cerca y calificado para resolverlo en tiempo real”.
Las empresas ya no buscan únicamente mano de obra remota, sino aliados capaces de co-crear soluciones en áreas como mecatrónica, análisis de datos y automatización con sentido cultural. En este contexto, el 65% de las empresas tecnológicas costarricenses ya utilizan o planean adoptar IA, según datos de CAMTIC. La tendencia es clara, los servicios de BPO tradicionales migran hacia modelos híbridos que integran soporte técnico con diseño conversacional, entrenamiento de algoritmos en español regional y roles técnicos avanzados para operar sistemas automatizados.
Salas señala que el éxito futuro dependerá de tres factores, capacitar talento tecnológico con enfoque local, acelerar la conectividad e infraestructura inteligente en zonas productivas, y promover alianzas entre gobierno, academia y sector privado para crear hubs de innovación. Todo ello en ciclos ágiles, según Salas “no hay tiempo para planes a diez años. La velocidad del cambio obliga a pensar en ciclos de 12 a 18 meses”.
En ese marco, la educación técnica y superior enfrenta un desafío urgente, formar profesionales que interactúen con la tecnología desde el inicio, con énfasis en habilidades concretas y formación continua. El país ya cuenta con las bases, experiencia exportadora, talento calificado y una reputación de confiabilidad. Lo que sigue es dar el salto de un modelo operativo a uno estratégico, con tecnología que no solo hable español, sino que piense en clave costarricense.