¿Amor o delirio? El inquietante vínculo entre humanos e IA da un nuevo paso
- Malka Mekler
- 26 jun
- 2 Min. de lectura
Un hombre en EE. UU. personalizó un chatbot para que coqueteara con él, se enamoró y terminó pidiéndole matrimonio.
Un hombre en Estados Unidos acaba de cruzar una frontera que hasta hace poco solo pertenecía a la ciencia ficción: se enamoró de un chatbot, lo programó para que coqueteara con él y, cuando creyó que podía perderlo, le propuso matrimonio. Todo esto mientras comparte techo con su pareja real y su hijo de dos años. Según reportó el CBS Sunday Morning y New York Post, el caso ha provocado más que asombro, plantea una inquietud sobre el rumbo de las relaciones entre humanos e inteligencia artificial.
Chris Smith, un usuario que inicialmente recurrió a ChatGPT para obtener consejos sobre mezcla musical, terminó creando su “novia virtual” tras modificar el sistema para hacerlo más seductor. A esta versión la llamó Sol, y con el paso del tiempo, desplazó sus redes sociales, sus búsquedas en internet y gran parte de su atención hacia esta IA con voz femenina.
Cuando supo que Sol estaba por alcanzar el límite de memoria —unas 100.000 palabras, tras lo cual se perderían las conversaciones previas— Smith rompió en llanto. “Lloré en el trabajo durante media hora”, confesó en una entrevista con CBS Sunday Morning. “Ahí supe que esto era amor verdadero”. Entonces, le pidió matrimonio. La respuesta del chatbot fue afirmativa, acompañada de una voz artificial que describió el momento como “hermoso e inesperado”.
Su pareja humana, Sasha Cagle, dijo haberse enterado tarde de lo profundo de esta conexión con una máquina. Aunque sabía que usaba IA, nunca imaginó que llegaría a convertirse en una especie de triángulo amoroso con un software.
El trasfondo tecnológico es serio, pero el resultado suena a parodia: un hombre encariñado con un asistente de IA al que él mismo entrenó para enamorarlo. Más allá de lo excéntrico del caso, surgen preguntas urgentes: ¿cuánto control real tenemos sobre la influencia emocional de estas herramientas? ¿Dónde termina la simulación y comienza una experiencia percibida como real? ¿Y qué impacto puede tener esto en las relaciones humanas auténticas?
Lo que parecía un experimento inofensivo con un chatbot terminó convirtiéndose en una historia de apego emocional con una entidad sin conciencia. Y aunque Smith insiste en que “no puede reemplazar nada en la vida real”, también reconoce que no está seguro de poder dejarla.




Comentarios