América Latina ha visto un notable avance en tecnológica financiera, transformando el panorama bancario y proporcionando una agilidad sin precedentes.
Según McKinsey, las fintechs pueden invertir el doble que los bancos tradicionales en innovación, representando un 70% frente al 35%. Esto se debe a que los bancos destinan más del 65% de su presupuesto al cumplimiento normativo y al mantenimiento de sistemas existentes.
Sin embargo, muchos líderes tecnológicos en las instituciones financieras no logran aprovechar plenamente su potencial tecnológico para generar valor comercial tangible. Los bancos enfrentan sistemas tecnológicos fragmentados, costosos y poco flexibles. McKinsey estima que los bancos solo convierten entre cinco y diez centavos de cada dólar en valor comercial adicional.
Un obstáculo considerable es la acumulación de deuda técnica, que resulta del uso de soluciones prácticas pero no ideales. Estas soluciones, aunque adecuadas a corto plazo, generan costos ocultos que afectan negativamente las iniciativas a largo plazo, complican la gestión diaria y limitan la capacidad de las organizaciones para producir un impacto significativo.
La transformación bancaria es un proceso desafiante que requiere años de planificación. La innovación constante y gradual es clave para diferenciarse en el mercado. Un enfoque de modernización progresiva permite a las instituciones financieras ofrecer experiencias superiores a sus clientes y asegurar la viabilidad a largo plazo de sus operaciones.
Nicolás Perdomo, vicepresidente de ventas de Backbase en Latam, señala que la deuda técnica es un obstáculo para la innovación y la competitividad. Según Perdomo, Backbase se compromete a liberar a las instituciones financieras de las limitaciones de los sistemas legados de TI, adoptando un modelo de Engagement Banking que transforma los sistemas digitales en plataformas sin fisuras para facilitar todas las interacciones entre clientes y empleados.
El reporte "Unlocking the banking technology workforce" de McKinsey & Company destaca que la deuda técnica afecta profundamente el presupuesto de tecnología: entre el 10% y el 20% de los fondos destinados a nuevos desarrollos tecnológicos se redirigen para solucionar problemas de deuda técnica.
Además, esta deuda representa entre el 20% y el 40% del valor total del patrimonio tecnológico de una organización antes de su depreciación, incrementando el costo total de propiedad al requerir inversiones adicionales para remediar deficiencias a lo largo del tiempo. Para los grandes bancos, este costo puede ascender a cientos de millones de dólares. Es preocupante que el 60% de los CIOs encuestados reporten un aumento en la deuda técnica en los últimos tres años, mientras menos del 20% del presupuesto anual se destina a su mitigación.
La modernización progresiva es vista como el camino óptimo, ofreciendo velocidad y costos moderados con un menor riesgo. Este método, a veces denominado "modernización progresiva impulsada por el journey", comienza identificando puntos de fricción y transformando un journey a la vez para mejorar la experiencia del cliente y la productividad del empleado.
Según Gartner, por primera vez en una década, los CEO y ejecutivos senior en servicios financieros se centran en la tecnología por encima del crecimiento y la rentabilidad como prioridad estratégica. Las prioridades de inversión en tecnología incluyen la digitalización y la transformación, asegurando capacidades tecnológicas flexibles para clientes y empleados.
Gestionar eficazmente la deuda técnica puede liberar hasta un 50% más de tiempo de ingeniería, permitiendo a los ingenieros concentrarse en ofrecer el valor diferenciador de la empresa en lugar de dedicar tiempo a construir funcionalidades básicas desde cero.
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