El vehículo eléctrico tiene un largo trecho en Rep. Dominicana y Puerto Rico
- Carlos Guisarre
- 18 abr
- 3 Min. de lectura
¿El futuro a medio cargar? Desafíos del auto eléctrico para imponerse en ambos mercados.

República Dominicana y Puerto Rico comparten más que su geografía caribeña: ambos territorios están en la encrucijada energética del siglo XXI. Mientras los países industrializados avanzan con pasos firmes hacia la movilidad eléctrica, en estas islas el camino aún es escarpado. A pesar del aumento progresivo de las ventas y la atención mediática que han recibido los vehículos eléctricos (VE), su masificación todavía parece lejana.
1. Infraestructura: el talón de Aquiles
Uno de los principales retos para el desarrollo de la movilidad eléctrica es la infraestructura de carga. En Puerto Rico, la red de estaciones de carga ha crecido gracias a incentivos del gobierno local y alianzas privadas, pero aún es insuficiente fuera del área metropolitana. Las regiones rurales siguen sin acceso confiable a puntos de carga, y la intermitencia del sistema eléctrico luego del paso de huracanes como María o Fiona agrava la percepción de inseguridad energética.
En República Dominicana, la situación es aún más crítica. Aunque algunas estaciones privadas han comenzado a instalar cargadores, la cobertura es limitada y se concentra en Santo Domingo y Santiago. La falta de una política pública integral ha retrasado la implementación de una red nacional de carga, dificultando la confianza del consumidor.
2. Costo de adquisición y mantenimiento
El precio de entrada sigue siendo uno de los principales factores que desalientan la compra de vehículos eléctricos. Aunque los costos de operación a largo plazo son menores, los VEs siguen siendo entre un 30% y 60% más caros que sus equivalentes de combustión interna en el mercado caribeño. Esto se debe tanto a los aranceles de importación como a la falta de incentivos fiscales significativos.
En Puerto Rico, algunas leyes ofrecen exenciones parciales en arbitrios, pero no existen subsidios directos. En República Dominicana, se aplican algunas rebajas de impuestos para vehículos eléctricos, pero estas no logran compensar la diferencia de precios, especialmente para consumidores de clase media.
3. Suministro eléctrico: ¿es realmente sostenible?
Otro tema crucial es la procedencia de la electricidad. En ambos territorios, una proporción considerable de la energía proviene de fuentes fósiles. En Puerto Rico, aunque hay avances en la energía solar y algunos proyectos eólicos, más del 60% de la electricidad sigue siendo generada con petróleo o gas natural. En República Dominicana, el porcentaje también es alto, lo que hace que muchos cuestionen si el cambio a VEs representa una verdadera solución verde o solo una ilusión de sostenibilidad.
4. Mitos, desconocimiento y resistencia cultural
A nivel social, aún existe una fuerte resistencia hacia el cambio. La percepción generalizada es que los vehículos eléctricos no son confiables, tienen poca autonomía y no sirven para trayectos largos, especialmente en zonas montañosas o rurales. Aunque estos prejuicios no siempre se corresponden con la realidad, reflejan una carencia estructural en la educación ambiental y tecnológica de la población.
En Puerto Rico, los constantes apagones generan desconfianza hacia cualquier solución que dependa enteramente del sistema eléctrico. En República Dominicana, donde la cultura automotriz valora aún la potencia y el ruido del motor de combustión, los VEs son vistos por muchos como productos “de lujo” o modas pasajeras.
5. Escasez de técnicos capacitados y servicios postventa
Ambos países enfrentan una brecha significativa en mano de obra especializada para reparar y mantener vehículos eléctricos. La falta de talleres certificados y técnicos formados en electromovilidad representa una amenaza para el crecimiento sostenido del sector. Además, los repuestos suelen tardar semanas o meses en llegar al país, lo que crea incertidumbre sobre la viabilidad a largo plazo del vehículo eléctrico como opción práctica.
Para que el vehículo eléctrico se consolide como una opción prioritaria en Puerto Rico y República Dominicana, será necesario algo más que entusiasmo. Se requiere una política pública clara, incentivos económicos coherentes, inversión en infraestructura y educación ciudadana. En ambos territorios, los vehículos eléctricos pueden ser una solución viable para mejorar la calidad del aire, reducir la dependencia del petróleo y avanzar hacia metas climáticas.
Pero para ello, hay que resolver primero los desafíos que hoy los tienen a media carga.
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