La relación entre Microsoft y OpenAI, en su momento más tenso
- Malka Mekler
- 18 jun
- 2 Min. de lectura
Las disputas por acceso a modelos avanzados, recursos en la nube y acuerdos de exclusividad complican una alianza que definió el auge de la IA generativa.

La relación entre OpenAI y Microsoft, considerada durante años como una de las alianzas más poderosas de la era de la inteligencia artificial, atraviesa su momento más delicado. Según reporta The Wall Street Journal, las fricciones entre ambas compañías por el control de tecnologías clave, recursos computacionales y derechos de propiedad intelectual están alcanzando un punto crítico.
OpenAI busca reducir la dependencia tecnológica de Microsoft y, al mismo tiempo, obtener su visto bueno para transformarse oficialmente en una empresa con fines de lucro. Esta aprobación resulta esencial para que OpenAI pueda recaudar nuevos fondos, salir al mercado y completar su conversión antes de fin de año, sin perder una inversión estimada en US$20,000 millones. Sin embargo, las negociaciones han sido tan complejas que la cúpula de OpenAI ha llegado a debatir la posibilidad de acusar a Microsoft de comportamiento anticompetitivo, lo que implicaría una denuncia formal ante organismos reguladores y una campaña pública, de acuerdo con fuentes cercanas al proceso.
Aunque ambas empresas insisten públicamente en que mantienen “una alianza productiva a largo plazo” y continúan en conversaciones, los desencuentros son evidentes. OpenAI intenta renegociar los términos de su acuerdo con Microsoft para tener mayor libertad en el uso de proveedores en la nube, incluyendo proyectos como Stargate, su propio centro de datos aprobado el año pasado, mientras Microsoft exige derechos de acceso prolongado a sus modelos incluso si OpenAI alcanza un nivel de inteligencia general artificial (AGI), una meta que sigue generando debates técnicos sobre su viabilidad.
Otro punto de fricción es la reciente adquisición por parte de OpenAI de la startup Windsurf, especializada en herramientas de codificación. Microsoft, que actualmente accede a toda la propiedad intelectual de OpenAI y ofrece GitHub Copilot como producto competidor, no quiere quedar fuera de los desarrollos derivados de esta compra. OpenAI, por su parte, se niega a compartir con Microsoft el acceso a esa nueva tecnología.
El conflicto también abarca la estructura futura de la compañía. Microsoft exige una participación mayoritaria si OpenAI se transforma en una corporación de beneficio público, una condición que la startup no está dispuesta a conceder. En paralelo, las autoridades federales de EE. UU., bajo la administración Biden, ya habían iniciado investigaciones antimonopolio que incluyen la inversión de Microsoft en OpenAI, lo que añade presión institucional al desacuerdo.
Desde su inversión inicial de US$1.000 millones en 2019, Microsoft ha disfrutado de derechos exclusivos sobre la comercialización de los productos de OpenAI a través de Azure y acceso preferente a sus modelos. Pero hoy, más que aliados, ambos actores compiten en múltiples frentes, desde chatbots hasta herramientas de productividad basadas en IA. Las próximas semanas serán clave para determinar si la sociedad sobrevive o si el ecosistema de la IA presencia una ruptura que reconfiguraría su panorama tecnológico.




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