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República Dominicana lucha contra los deepfakes

Un video falso del gobernador del Banco Central de la República, Héctor Valdez Albizu, promocionando una inversión piramidal, alertó sobre los crecientes peligros de esta tecnología.


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En las últimas semanas, circuló en redes sociales un video falso donde se presentaba al gobernador del Banco Central de la República Dominicana (BCRD), Héctor Valdez Albizu, promocionando un supuesto esquema de inversión piramidal. A primera vista, el video no parecía tan auténtico: la voz, los gestos y la imagen del alto funcionario no coincidían tanto con las grabaciones reales difundidas por medios oficiales. Era de baja calidad la falsificación. Sin embargo, se trataba de un “deepfake” o “falsificación profunda”, una tecnología cada vez más extendida y que supone un reto creciente para la democracia y el debate público.


Los deepfakes son videos, imágenes o audios creados mediante inteligencia artificial para suplantar la identidad de una persona y hacerle decir o hacer cosas que en realidad nunca ocurrieron. A partir de un conjunto de datos —generalmente, muestras de voz y de imagen de la persona elegida—, el software analiza los rasgos faciales y vocales para recrearlos de manera sorprendentemente realista.


En el caso dominicano de Héctor Valdez Albizu, la supuesta grabación lo mostraba invitando a la población a unirse a un negocio piramidal. El gobernador del BCRD desmintió de forma categórica el contenido y alertó sobre el uso malintencionado de su imagen para fines fraudulentos. El Banco Central, por su parte, instó a la ciudadanía a verificar siempre la información en fuentes oficiales.


Aunque el video falso del gobernador del BCRD ha captado la atención de la prensa nacional, la problemática va más allá de un caso puntual. A escala global, los deepfakes se han utilizado para difundir fake news, manipular procesos electorales, extorsionar a figuras públicas e incluso para crear campañas de desinformación en momentos de crisis.


En la República Dominicana, con un panorama político y social muy activo, la proliferación de deepfakes podría representar una grave amenaza para la estabilidad democrática. En época electoral, por ejemplo, un video supuestamente “real” de un candidato declarando intenciones o acciones polémicas podría influir en la decisión de los votantes, especialmente cuando la verificación de la autenticidad del material no es inmediata o no llega a tanta audiencia como la noticia falsa.


El creciente acceso a herramientas basadas en inteligencia artificial ha simplificado la creación de deepfakes. Hace solo unos años, manipular un video requería conocimientos especializados, software costoso y mucho tiempo de edición. Hoy, existen aplicaciones gratuitas o de bajo costo capaces de generar falsificaciones profundas con mínimos requisitos técnicos y escasos recursos económicos.


Esta facilidad para producir deepfakes incrementa el riesgo de que personas con pocos escrúpulos —o con propósitos políticos, económicos e incluso criminales— utilicen la tecnología para desprestigiar, engañar y manipular a la ciudadanía.


El impacto de los deepfakes en la sociedad dominicana no se limita a las repercusiones políticas. La duda generalizada sobre la veracidad de los contenidos audiovisuales erosiona la confianza en los medios de comunicación tradicionales y en las declaraciones de las instituciones oficiales. Ante tanta información y posibles “falsificaciones profundas”, la población puede sufrir fatiga informativa y caer en la indiferencia o el descreimiento, tanto de lo legítimo como de lo falso.


Este fenómeno también afecta al debate público. La proliferación de deepfakes coloca a los líderes políticos, figuras públicas, periodistas y ciudadanos comunes en una posición defensiva: se ven obligados a desmentir, verificar y contrastar continuamente toda clase de materiales audiovisuales que aparezcan en las redes. El resultado es un entorno virtual plagado de desconfianza, que obstaculiza las discusiones constructivas y la búsqueda de consensos.


Ante el auge de los deepfakes, expertos en ciberseguridad y organizaciones civiles en la República Dominicana subrayan la necesidad de:


1. Educación digital: fomentar la formación de la ciudadanía para que aprenda a reconocer señales de manipulación en imágenes, videos y audios.

2. Verificación permanente: fortalecer los medios de fact-checking o verificación de datos, tanto en instituciones públicas como en el sector privado.

3. Legislación actualizada: promover leyes y regulaciones claras para tipificar la producción malintencionada de deepfakes, estableciendo consecuencias penales y civiles.

4. Responsabilidad de las plataformas: las redes sociales y aplicaciones de mensajería son el principal canal de difusión de estos montajes, por lo que se insta a estas empresas a adoptar políticas más estrictas y a desarrollar sistemas de detección de contenido manipulado.


1 comentario


cavin otis
cavin otis
22 oct

Sprunki isn’t just a game—it’s a full-on sensory journey that invites players to compose, explore, and vibe with strange musical beings.

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