La Generación Z tiene un nuevo trabajo: vender sus datos personales
- Malka Mekler
- hace 2 días
- 3 Min. de lectura
Mientras sus padres desconfían de compartir datos personales, los jóvenes de entre 13 y 28 años están dando un giro radical: ahora los monetizan. Plataformas como Verb.AI les ofrecen pagos mensuales por permitir el rastreo de su actividad digital, transformando el concepto de privacidad en una nueva forma de ingreso extra y abriendo un debate ético y comercial.
En un mundo donde los datos valen más que el oro, la Generación Z ha encontrado una nueva fuente de ingresos: vender su comportamiento digital. Ya no se trata solo de subir fotos o publicar historias, sino de ponerle precio al historial de navegación, a las apps utilizadas o a los patrones de consumo en línea. Para esta generación, compartir datos ya no es un riesgo, sino una oportunidad.
La startup estadounidense Generation Lab, especializada en encuestas juveniles, acaba de lanzar Verb.AI, una innovadora plataforma que paga a jóvenes por compartir su actividad digital a través de un rastreador instalado en sus teléfonos, según comunicó Axios. A cambio, los usuarios reciben desde 50 dólares mensuales —o más, dependiendo del uso— por permitir el acceso a datos como sitios visitados, compras en línea o hábitos de streaming. Eso sí, con algunas limitaciones: por ejemplo, no se accede a cuentas bancarias.
“Durante años, las corporaciones han recolectado datos personales sin ofrecer nada a cambio. Queremos cambiar eso”, afirma Cyrus Beschloss, CEO de Generation Lab. Con Verb.AI, la apuesta es clara: convertir al usuario en protagonista activo de la economía de los datos, brindándole transparencia y compensación.
El funcionamiento es sencillo pero poderoso. Tras instalar el software —un proceso que no toma más de 90 segundos—, el sistema empieza a recolectar datos de forma anónima y crea un gemelo digital del usuario. Este avatar vive en una base de datos que puede ser consultada por empresas, ONGs o medios que deseen entender mejor a ciertos segmentos de la población.
Por ejemplo, si una organización quiere saber dónde se informa una mujer menor de 30 años, puede consultar directamente al conjunto de gemelos digitales que encajen con ese perfil. Todo a través de una interfaz similar a ChatGPT.
El modelo de Verb.AI supone una revolución en el campo de la investigación de mercado. “Durante décadas, hacer encuestas fue como pedirle a un paciente que describa sus síntomas. Verb es como una resonancia magnética”, dice el pitch oficial de Generation Lab. No se trata de preguntar lo que piensan los jóvenes, sino de observar lo que realmente hacen.
La empresa espera alcanzar los 5.000 usuarios activos antes de que finalice septiembre, un objetivo modesto pero ambicioso en esta etapa inicial.
Para muchos jóvenes, el dilema entre privacidad y conveniencia parece resuelto: si ya van a ser rastreados, mejor que les paguen por ello. Según eMarketer, el 88% de la Generación Z está dispuesta a compartir información personal con empresas tecnológicas, 20 puntos más que las generaciones anteriores.
Un estudio de Malwarebytes en 2023 reveló que un tercio de los Gen Z no tiene problemas con ser rastreados por apps o sitios web, mientras que solo el 22% de los adultos mayores está de acuerdo con esa afirmación. Y de acuerdo con Euromonitor International, esta generación no solo comparte más, sino que espera recibir algo a cambio: desde dinero en efectivo hasta algoritmos personalizados.
Sin embargo, el aparente desprendimiento de la Generación Z respecto a sus datos no significa que no valoren la seguridad. De hecho, un informe de McKinsey destaca que tanto los Gen Z como los millennials están más dispuestos que sus padres a pagar por herramientas que refuercen la seguridad digital o eliminar sus datos una vez que dejan de usar un servicio. Es decir, son pragmáticos: saben que los datos tienen valor, y están dispuestos a comerciar con ellos, pero también a protegerlos cuando lo consideran necesario.
La expansión de modelos como Verb.AI podría acelerar los debates sobre propiedad de los datos personales, ética en la monetización de la privacidad y la necesidad de regulaciones más claras en torno a este nuevo mercado.
La Generación Z está delineando las reglas de juego de una economía donde los datos personales ya no se roban, sino que se negocian. El negocio de vender plasma tiene un nuevo rival: vender quién eres, qué ves, qué consumes. Y hacerlo con consentimiento.
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