La paradoja del aprendizaje con IA: más productividad, menos cerebro
- Malka Mekler
- 24 jun
- 2 Min. de lectura
El experimento evidenció que los usuarios que escribieron sin IA mostraron más curiosidad, retención y satisfacción con su trabajo.

El uso intensivo de herramientas como ChatGPT podría estar erosionando habilidades cognitivas clave. Así lo advierte un nuevo estudio desarrollado por el MIT Media Lab, que analizó el impacto neurológico del uso de inteligencia artificial generativa en tareas académicas. Según reveló Time, los investigadores observaron que los usuarios que dependieron de ChatGPT para redactar ensayos mostraron una actividad cerebral significativamente más baja que aquellos que escribieron sin asistencia o utilizaron motores de búsqueda tradicionales.
El experimento, realizado con 54 personas de entre 18 y 39 años, utilizó electroencefalogramas para registrar la actividad neuronal en 32 regiones del cerebro mientras los participantes redactaban ensayos tipo SAT. Los resultados fueron consistentes: quienes usaron ChatGPT presentaron menor involucramiento cognitivo, menor originalidad y terminaron dependiendo casi por completo del modelo para redactar. “Solo pegaban el prompt, pedían ajustes, y entregaban el texto sin procesarlo realmente”, explicó Nataliya Kosmyna, autora principal del estudio.
Además, al pedirles reescribir uno de sus ensayos sin ayuda del chatbot, este grupo demostró bajos niveles de memoria activa y conectividad cerebral, lo que sugiere que no hubo integración real del conocimiento. Por el contrario, quienes comenzaron escribiendo sin ayuda y luego incorporaron la IA mostraron mayor actividad en bandas neuronales asociadas a creatividad, carga de memoria y procesamiento semántico.

El estudio, aún sin revisión por pares y con una muestra limitada, busca encender alertas sobre los riesgos de depender de estos sistemas sin una estrategia educativa clara. “Mi mayor temor es que alguien proponga usar GPT en preescolar. Eso sería devastador para un cerebro en desarrollo”, señaló Kosmyna, quien ya prepara una segunda investigación centrada en el uso de IA en programación, cuyos resultados preliminares serían “aún más preocupantes”.
A pesar de estas advertencias, el uso de LLMs sigue expandiéndose en entornos académicos y laborales. La paradoja no se hizo esperar, varios usuarios resumieron el estudio usando IA, lo que llevó al equipo a insertar trampas deliberadas para observar cómo los modelos “alucinan” datos. Uno de esos errores incluyó atribuir falsamente el estudio a una versión específica del modelo GPT-4o.
La investigación del MIT se suma a un incipiente cuerpo de evidencia científica que sugiere que, si bien la IA puede aumentar la productividad, también podría reducir la motivación, el pensamiento crítico y la capacidad de aprendizaje profundo. A medida que estas herramientas se integran en la educación y el trabajo, el debate sobre su uso responsable apenas comienza.
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