Verificar o manipular: el dilema de la IA en el periodismo latinoamericano

Expertos de Chequeado, Sabueso y consultores en IA advierten que los generadores de contenido falso ya dominan el uso de tecnologías avanzadas, mientras muchos periodistas aún no están preparados.

En América Latina, la tecnología no solo transforma industrias, también redefine la forma en que los periodistas enfrentan uno de los desafíos más urgentes del entorno digital, la desinformación. Durante el webinar “Desmontando la desinformación: El poder del fact-checking y el rol del periodista en tiempos de IA”, organizado por Latam Intersect, cerca de 100 periodistas de la región debatieron el impacto de la inteligencia artificial en esta lucha desigual.

La iniciativa surgió tras una investigación previa realizada por la agencia en 10 países latinoamericanos, donde más del 54% de los periodistas consultados admitió no contar con protocolos ni herramientas específicas para el fact-checking en sus redacciones. A esto se suma el dato del Digital News Report 2025 del Instituto Reuters, que señala una creciente preocupación global por distinguir entre noticias reales y falsas, en especial entre las generaciones jóvenes, cada vez más dependientes de plataformas sociales y videos online como fuente principal de información.

Claudia Daré, cofundadora de Latam Intersect, destacó que hoy “el fact-checking es más necesario que nunca, pero también más complejo. No se trata solo de verificar hechos, sino de entender cómo la IA puede ser tanto aliada como amenaza”.

Y esa doble condición fue el eje de la discusión. Para los expertos convocados, entre ellos, Daniel Moreno (Sabueso, México), Ignacio Ferreiro (Chequeado, Argentina) y Guillermo Salas Dalsaso (consultor en IA, Costa Rica), la desinformación dejó de ser un problema espontáneo y hoy es una industria con objetivos políticos, económicos y sociales. Desde el uso de deepfakes hasta influencers contratados para diseminar narrativas falsas, el fenómeno ya no depende de errores, sino de sistemas diseñados para manipular.

En este contexto, la IA ocupa un lugar ambiguo. Por un lado, puede automatizar y escalar la verificación de hechos, traduciendo un contenido validado a múltiples formatos para llegar a más audiencias. Pero también puede amplificar errores si se programa con objetivos sesgados o si reproduce afirmaciones engañosas contenidas en un prompt. Salas Dalsaso advirtió que “los generadores de desinformación ya están usando la IA con precisión quirúrgica”, mientras que muchos periodistas aún carecen de entrenamiento para identificar estos riesgos.

Durante el evento, se compartieron también herramientas concretas para redacciones y generadores de contenido. Entre ellas, Originality.ai, que permite detectar texto generado por IA y evaluar plagios; Perplexity AI, capaz de refutar afirmaciones erróneas; Hive Moderation, útil para rastrear contenido sintético en audio y video; y plataformas de búsqueda inversa de imágenes y video, clave para detectar material fuera de contexto. Google, por su parte, ofrece un conjunto de herramientas orientadas específicamente al fact-checking.

La conclusión fue clara, en un entorno donde la tecnología puede usarse para falsificar o para verificar, el periodismo tiene la responsabilidad de no quedar rezagado. Como señaló Daré, este tipo de encuentros busca “construir un ecosistema informativo más sólido, más allá de intereses comerciales”.

Le puede interesar: ¿Dónde quedó el internet real? Así se intenta salvar el contenido anterior a la llegada de la IA