Una universidad de Australia creó un sensor 3D capaz de monitorear con precisión la actividad cerebral para controlar robots.

Parece irreal utilizar una diadema flexible en la cabeza y controlar mediante ella a un robot con la mente. Sin embargo esto podría ser realidad, gracias a un reciente estudio que ha diseñado una estructura especial con patrones en 3D, la cual no depende de geles conductores, tradicionalmente utilizados para crear dispositivos que permitan controlar robots.
De acuerdo con noticias de la ciencia, un grupo de científicos de la Universidad Tecnológica de Sidney crearon sensores “secos” que permiten medir la actividad eléctrica del cerebro, incluso entre el pelo sin importar las protuberancias y curvas de la cabeza. Para crear este tipo de dispositivos, los neurólogos monitorean las señales eléctricas del cerebro con la electroencefalografía (EEG), en el que por lo general se colocan electrodos en la superficie de la cabeza.
Por su parte, la EEG ayuda a diagnosticar trastornos neurológicos, pero también puede ser incorporada a interfaces cerebro-máquina, para las cuales se utilizan ondas cerebrales para controlar un dispositivo externo, estas pueden ser utilizadas en prótesis, robots o incluso un videojuego. La mayoría de versiones no invasivas implican el uso de sensores “húmedos”, que se adhieren en la cabeza con un gel pegajoso que puede irritarla e incluso provocar alergias.
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Una alternativa para esto son los sensores “secos”, los cuales no requieren geles, sin embargo, hasta el momento ninguno ha sido tan exitoso como la alternativa “húmeda”. A pesar de que los nanomateriales como el grafeno podría ser una opción adecuada, debido a su naturaleza plana son incompatibles con las curvas irregulares de la cabeza humana, especialmente durante largos períodos.
Basando en esto, es que el equipo de la Universidad en Australia se propuso crear un sensor 3D basado en grafeno policristalino que tenga la capacidad de monitorear con precisión la actividad cerebral sin dejar pegajosa la cabeza. Dicho grupo, diseñó diversas estructuras 3D recubiertas de grafeno con diferentes formas y patrones, cada una de ellas de 10 micrómetros de grosor.
De las pruebas realizadas, un patrón hexagonal fue el que mejor funcionó en la superficie de la cabeza. El equipo incorporó ocho de estos sensores a una cinta o diadema elástica que los sujetaba contra la parte posterior de la cabeza, al combinar esto con unos auriculares de realidad aumentada que mostraban las señales visuales, los electrodos tienen la capacidad de detectar qué señal se estaba viendo y trabajar con un ordenador para interpretar las mismas y controlar el movimiento de un robot cuadrúpedo.
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