Tech Week Guatemala 2025: ¿Cómo prepararnos para un mundo donde la IA es nuestro copiloto?
- Walter Rivera
- 24 jun
- 3 Min. de lectura
La inteligencia artificial ya no es una promesa del mañana, sino una fuerza transformadora que redefine cómo trabajamos, nos comunicamos y aprendemos.

En la tercera parada de Tech Week, realizada en la Ciudad de Guatemala, se llevó a cabo una conferencia clave a cargo de Claudia Cifuentes, directora de ESI School of Management, centrada en el papel de la IA como catalizador de nuevas habilidades humanas.
Bajo el título “Ingeniería de habilidades humanas en la era de la IA”, Cifuentes planteó un enfoque poco convencional pero urgente: más allá del desarrollo técnico, es la inteligencia humana (cognitiva, emocional y ética) la que debe fortalecerse para convivir con sistemas inteligentes.
La IA ya está integrada en múltiples aspectos de nuestra cotidianidad, muchas veces sin que seamos plenamente conscientes. Desde asistentes virtuales hasta sistemas de análisis predictivo, su presencia se vuelve más sutil pero también más determinante. Este avance plantea una necesidad ineludible: redefinir nuestras habilidades como especie frente a una tecnología que amplifica capacidades, pero también puede reemplazarlas.
Uno de los ejemplos más impactantes vino del análisis del sistema de seguridad en Bogotá, donde tecnologías de inteligencia artificial están siendo empleadas para reforzar la vigilancia urbana. Si bien esto evidencia su potencial, también implica un llamado a ejercer un pensamiento crítico ante los sistemas automatizados y a no renunciar al juicio humano.
La comunicación clara (entre humanos y entre humanos y máquinas) surgió como un eje fundamental. Para integrar efectivamente la IA en entornos educativos, empresariales o sociales, necesitamos más que conocimientos técnicos: se requiere una cultura de colaboración, comprensión mutua y propósito compartido.
En este nuevo paradigma, la educación adquiere un rol central. “No podemos seguir enseñando bajo el mismo modelo si el contexto ha cambiado radicalmente,” afirmó Cifuentes, haciendo énfasis en que las instituciones académicas deben migrar hacia esquemas formativos donde la resolución de problemas, la creatividad y la adaptabilidad estén al centro. No se trata solo de formar programadores, sino de formar personas capaces de convivir con la inteligencia artificial sin perder su juicio crítico.
También se abordó la dimensión ética y social del avance tecnológico. dia Cifuentes destacó que “la IA no es neutral; depende de quién la diseña y para qué fines se utiliza.” Por ello, uno de los retos más grandes está en asegurar que su implementación no amplíe las brechas sociales, sino que contribuya a cerrarlas a través de soluciones inclusivas. En su visión, la tecnología debe funcionar como puente, no como barrera.
Cifuentes propuso ver a la IA como un copiloto de nuestras decisiones, no como un sustituto de nuestra conciencia. En esta metáfora, el conductor sigue siendo el ser humano, siempre que mantenga activas habilidades como la creatividad, la capacidad analítica, la ética y la adaptabilidad.
Un momento clave fue cuando se analizó cómo la inteligencia artificial está comenzando a integrarse en la vida de las personas de forma subconsciente. “Ya no pensamos en IA como algo externo; interactuamos con ella sin notarlo,” advirtió la experta. Esta incorporación invisible hace aún más relevante el fortalecimiento del criterio humano para que cada decisión guiada por datos sea también acompañada por valores.
La conferencia concluyó con un claro llamado a instituciones educativas y organizaciones empresariales: es momento de rediseñar la formación del talento humano, priorizando la construcción de competencias que permitan colaborar con tecnologías inteligentes sin perder el sentido crítico, la empatía y la visión de largo plazo.
En un entorno donde la inteligencia artificial evoluciona a mayor velocidad que las políticas o sistemas educativos, lo verdaderamente disruptivo será invertir en lo humano.
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