Reiniciar la red: tres visiones para reparar internet
- Malka Mekler
- 23 oct
- 3 Min. de lectura
Entre leyes, algoritmos y descentralización, tres de las figuras más influyentes en la historia de la web, Tim Wu, Nick Clegg y Tim Berners-Lee, delinean estrategias para reconstruir una red más justa, privada y transparente frente al dominio de las grandes tecnológicas.

Internet nació como un espacio libre y descentralizado, pero hoy enfrenta una crisis estructural marcada por la concentración de poder, la explotación de datos personales y la pérdida de confianza de los usuarios. Desde la neutralidad de la red hasta los modelos de gobernanza digital, los debates sobre cómo “arreglar” la red global se han intensificado en medio de una infraestructura cada vez más controlada por grandes corporaciones tecnológicas. Según un análisis de MIT Technology Review, tres de las figuras más influyentes en la historia de la web, Tim Wu, Nick Clegg y Tim Berners-Lee, proponen enfoques distintos, aunque con un mismo propósito: recuperar el espíritu original de internet.
Tim Wu, profesor de la Universidad de Columbia y autor de "The Age of Extraction: How Tech Platforms Conquered the Economy and Threaten Our Future Prosperity", considera que la raíz del problema está en la concentración empresarial. Su propuesta pasa por aplicar las leyes antimonopolio para desmantelar a las grandes tecnológicas y devolver la competencia al ecosistema digital. Wu sostiene que internet se ha transformado en un sistema de extracción, donde las plataformas obtienen valor de los usuarios más que ofrecerlo, y que los mecanismos legales existentes, como los casos históricos de IBM o AT&T, podrían inspirar una nueva ola de reformas. Sin embargo, los recientes fallos judiciales en EE. UU., que favorecen a Google y Microsoft, revelan las limitaciones de las herramientas legales tradicionales frente a las dinámicas actuales del mercado digital.
En contraposición, Nick Clegg, exdirectivo de Meta y ex viceprimer ministro británico, defiende que desmantelar las tecnológicas sería contraproducente. En "How to Save the Internet: The Threat to Global Connection in the Age of AI and Political Conflict", Clegg argumenta que la regulación y la transparencia son caminos más efectivos que las sanciones o divisiones corporativas. Plantea que Silicon Valley debería abrir sus algoritmos y procesos a los usuarios, promover la autorregulación y fomentar una mayor rendición de cuentas interna. No obstante, su visión genera escepticismo, ya que resulta difícil desvincularla de su pasado dentro de Meta, empresa criticada por prácticas opacas en el manejo de datos y por su rol en crisis de desinformación.
El tercer enfoque llega del propio creador de la web, Tim Berners-Lee, quien apuesta por una solución técnica para devolver el control a los usuarios. Su proyecto Solid (social linked data), desarrollado en el MIT, propone que las personas almacenen todos sus datos, desde historiales médicos hasta información financiera, en un único repositorio privado. Con ello, podrían decidir qué aplicaciones acceden a esa información, redefiniendo la relación entre usuarios y plataformas. Berners-Lee sostiene que este modelo podría integrar inteligencia artificial de manera responsable, utilizando los datos personales para generar servicios más útiles y personalizados, pero bajo control individual.
Las tres visiones coinciden en un punto: el modelo actual de internet es insostenible. Mientras Wu confía en la fuerza de la ley, Clegg apuesta por la diplomacia tecnológica y Berners-Lee por la ingeniería descentralizada. En el contexto político actual, donde EE. UU. ha evitado aprobar nuevas leyes digitales desde 1996 y las redes sociales han relajado su autorregulación, las soluciones legales parecen estancadas. La posibilidad de un acuerdo global, como sugiere Clegg, podría ofrecer un camino intermedio, pero requeriría un consenso político y técnico sin precedentes.
En última instancia, “arreglar internet” no significa reconstruirla desde cero, sino devolverle su equilibrio, limitar el poder de las plataformas, garantizar la privacidad y otorgar a los usuarios el control de su identidad digital. Como señala MIT Technology Review, quizá no exista una fórmula definitiva, pero los principios compartidos por Wu, Clegg y Berners-Lee, más transparencia, descentralización y responsabilidad, apuntan hacia un mismo objetivo, rescatar el potencial de una red que, alguna vez, prometió ser verdaderamente libre.




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